La verdad es que he tardado un poco en escribir. No tenía claro el enfoque que podía darle a este post, ni como podía abordar ciertos temas que me da mucho respeto tratar. No me gustaría hacerlo a la ligera
El otro día, uno de mis hijos alabó las historias que me ha gustado siempre inventar y que yo le contaba cuando era más niño. Entonces se me ocurrió la idea. Para escribir sobre esta Toda emplearé un cuento cuya protagonista, yo creo que se sentirá identificada….. O igual no…Igual ni me lee,… pero para mi es importante no dejar de escribir sobre esta Toda especial en mi vida y que como dice Alejandro Sanz, «a la vez está tan cerca y a la vez está tan lejos»
Sí. Para esta entrada, cambiaré mi estilo habitual….
Cuenta la leyenda que una vez existió un maravilloso planeta lleno de un montón de países. Cada país tenía una o varias lunas en sus cielos que les servían como fuente de energía. Las lunas eran el motor de sus habitantes, les daban fuerza. Había «lunas» para todos los gustos. Había lunas grandes como soles, había lunas chiquitinas con luz juguetona, había lunas solitarias en el firmamento y otras que compartían su cachito de cielo. Había lunas que se veían desde varios países y países que podían observar la misma luna. La del pais de Las Todas, era una única gran esfera que reinaba en todo el firmamento, con una maravillosa luz cálida y acogedora. Sus rayos eran puros y su superficie era lisa. Sus habitantes la habían bautizado con el nombre de Amistad.
Había una vez una Toda que vivía en Todiland, donde era feliz. Había llegado al país desde que era muy niña y era muy querida y apreciada por todas las mujeres que habitaban allí. Era una Toda a la que no le faltaba de nada. Su vida transcurría sin sobresaltos, con algún pequeño contratiempo que gestionaba sin mayores problemas. Era alegre, tenía muchas ganas de divertirse y una gran capacidad para amar. Era una Toda intranquila y nerviosa a la que le gustaban las cosas cotidianas como las «chuches» o los «riítos»…Pero era una Toda frágil y vulnerable porque su gran corazón le daba para ver maravillas en las personas de su alrededor, pero ella no alcanzaba a ver su gran belleza…Todavía no había aprendido a amarse a sí misma.
A veces, Todiland le asfixiaba y se le quedaba muy pequeña. La gran Luna que presidía constantemente el cielo del País de las Todas, estaba ya muy vista para ella. Había oído contar que, en otros países, se veían otras esferas distintas; algunas de ellas, le habían dicho, con un poder impresionante.
Desde muchos de estos países, se veía una en especial, una que tenía una luz inmensamente fría y que al bañar con sus rayos a aquellos que la observaban, les hacia sentirse más fuertes y poderosos.
Nuestra Toda empezó a hacer incursiones a estos países, algunos de ellos limítrofes, y observaba con fascinación la gran bola que se veía desde allí y que le aportaba una luz especial que al mirarse le hacía verse más fuerte, más bella, más poderosa…
Estos viajes los hacía a hurtadillas. Se metía en el coche de algún turista que volvía a su país de origen y no nos contaba nada. Alguna vez, creo que incluso hizo alguna escapada con alguna otra Toda que la acompañó a explorar lugares nuevos y a ver si era real que había cielos en los que la luz era distinta.
Un día, nuestra Toda protagonista apareció con unas gafas de sol y nos dijo: -«he estado escapándome a escondidas a dejarme embriagar por los rayos de esa gran esfera, (refiriéndose al peligroso astro que estaba presente en el cielo de muchísimos países) ,…¡me hacia sentir tan bien!,…Pero de repente, me he dado cuenta que su luz ciega los ojos, los míos están muy dañados, casi no puedo abrirlos. Necesito de vuestra ayuda para poder llegar a los sitios pues no veo. Tengo esperanzas de volver a recuperar la vista pero se que va a ser complicado»
Yo esta declaración me la tomé como una ofensa personal.-¿Cómo podía haber pasado?-Me preguntaba yo, que había visto antes como otros vecinos de países muy cercanos «se habían dejado los ojos» observando aquella esfera traicionera.
Pero como Todiland era un país donde cada habitante se dejaba la piel por el bien de cualquiera de sus paisanas, pronto se montó un plan de choque en el que cada una de Las Todas tenía un papel fundamental con un sólo objetivo: Volver a recuperar su vista y quitar de su cara aquellas horrorosas gafas de sol para volver a verla tal y como era ella antes.
El trabajo era duro porque se comenzó desde la inexperiencia. Estábamos acostumbradas a nuestra luna que embellecía los ojos, no los cegaba. Pero se trabajó sin ningún tipo de remilgos y cada Toda puso de su parte y de su tiempo para conseguir sanar la vista de su amiga.
Si bien es verdad que el camino para nuestra protagonista era complicado, su reconocimiento de la realidad y sus ganas, eran ya un importante paso para empezar.
Pasaron muchos meses antes de que recuperase algo de visión, pero cuando todos creíamos que estábamos en el buen camino, ella echó de menos aquella fuerza que le daba la traicionera y cautivadora luz y se marchó con un grupo de excursionistas que estaban de paso por el Pais de Las Todas….y todo el esfuerzo que había hecho se echó a perder.
Desde entonces, su vida ha transcurrido viajando de país en país mirando cielos. Algunas veces pasa temporadas en el mismo sitio, observando esa maldita luna que le ciega tanto que no le permite ver el camino de vuelta a Todiland.
A veces ha vuelto «a tientas», palpando a su alrededor, pero cuando llega no sabe como comportarse porque sus gafas de sol le dejan marcas que le hacen sentirse extrañamente incomprendida… y cuando creemos que está a punto de volver a ver…zas, desaparece, dejándonos el corazón rasgado y un horrible resentimiento hacia esa gran bola traicionera que no nos permite recuperar a nuestra amiga a la cual echamos de menos.
¿Cómo acaba esta historia? Pues no lo se…Igual que no se como ayudar a mi amiga a quitarse esas espantosas gafas, igual que no se como hacerle entender lo mucho que la queremos y la echamos de menos, igual que no se como decirle que su sitio está aquí con Las Todas, en Todiland, por mucho tiempo que haya pasado en otros países.
Lo único que se, es que cuando hablo con ella y me dice que «todo va muy bien», al poco tiempo,, vuelve a desaparecer de mi vida, para aparecer con los cristales de sus lentes más opacos… Esos cristales que no nos dejan ver los preciosos ojos que hay debajo.
El final de esta historia sólo hay una Toda que lo puede escribir y esa no soy yo,..
Hazlo por nosotras, te queremos y ¡te echamos de menos!
Yo soy Todista …Y tú?
Luisa me parece un relato increiblemente bello de la forma que lo has contado, ya que dentro de la oscuridad que encierra dicho relato siempre esta disfrazo por un emboltorio de cuento bonito, con la esperanza como final del camino. De todas las TODAS es una de las que mas conozco y la verdad que entiendo tu rabia contenida por no poder hacer mas de lo que haceis, porque solo ella tiene la llave de la puerta de salida, en fin ella seguro que sabe que todas estais ahi para cuando os necesite, un beso.
Gracias Beti, se que la conoces bien. Es un tema súper complicado, pero no perdemos la esperanza de que escriba su FINAL FELIZ.
ojal, un beso fuerte