6 cosas que hacen tus hijos y que Las Todas (y los todistas) hicimos en la adolescencia
03/01/2018

 

No hay nadie que se salve. Sí, tú. Tú que estás leyendo ahora mismo, …

Seguro que tú también te has sorprendido a ti mismo diciendo las mismas cosas que te decía tu madre o padre cuando eras pequeño y que no podías soportar. Aquellas frases que juraste que jamás pronunciarías cuando fueras mayor y obtuvieses esa ansiada libertad que pensabas que ibas a tener…. y que dicho sea de paso, jamás conseguiste…

 

Pasaste de obedecer a tus padres a obedecer a 3 millones de personas más: tu pareja, tus hijos, tu jefe, tus clientes o tu amiga que te llama para quedar y te dice que no puedes faltar porque estarán Todas (aunque cuando llegues te des cuenta de que finalmente han hecho el esfuerzo de acudir dos más). Sin acritud 😉

 

El caso es que el ciclo se repite. Y los hijos nos hacemos padres y repetimos lo que hicieron ellos y los niños crecen y vuelven a hacer y decir lo mismo que nosotros.

 

A pesar de que las herramientas y circunstancias hayan cambiado, yo vuelvo a vivir con cierta nostalgia pero con mucha ilusión mi adolescencia a través de los ojos de mis hijos y me encanta comprobar que ellos se creen (como me creía yo) que no entiendo nada.

 

Aunque no esté de acuerdo, ellos nos ven como auténticos dinosaurios.

 

Ahí van 6 cosas que seguro que recordáis como si fueran ayer.

 

#1.- Llamar por teléfono a un amigo o amiga que acabas de dejar antes de llegar a casa y con el que has pasado toda la tarde.

Y es que está claro, tanto ayer como hoy, las largas tardes de conversaciones con los colegas nunca han sido suficientes para terminar de tratar todos los temas.

 

Hay ciertos asuntos que, además, es mejor hablar a través de un dispositivo que cara a cara… Hay que reconocer que ahora lo tienen más fácil porque el móvil les da opción para cambiarse de habitación cuando detectan «moros en la costa» y no tienen que tirar del cable del teléfono pegado a la pared para intentar volver la puerta o sentarse en el suelo y continuar la conversación si va para largo.

 

En este caso tampoco tienen a sus padres diciéndoles que «llevas mucho rato comunicando y estoy esperando una llamada».

#2.-Postu + postu

Y quien diga que no, no está siendo sincero.

 

Son años en los que te encanta mirar y ser mirado. A veces nos da vergüenza reconocerlo pero, por mucho que nos pese, la apariencia física y nuestros hábitos más trendy tenían muchísimo peso y nos hacían sentir más importantes en nuestro grupo de pertenencia.

 

Estrenar un vestido, cortarte el pelo o pasearte con un chico en moto eran ilusiones, pequeños motivos para hacernos más felices si además alguien nos veía. Entonces no existían las RRSS, ni utilizábamos Instagram, pero nos tirábamos a la calle a dejarnos ver como el que más. No contábamos nuestros «likes» pero sí medíamos nuestra popularidad en el colegio o en los garitos de moda.

 

El postureo siempre ha existido.

 

#3.- «He quedado para estudiar en la biblioteca»

Hay frases célebres de toda la vida, «He quedado para estudiar en la biblioteca» es una de ellas. Y a la biblioteca, ibas, sí. Pero lo que hacíamos era de todo menos estudiar: Ojitos con el de enfrente, notitas con la amiga, salgo a la cafetería a tomarme una coca-cola que me estoy durmiendo, hablo un rato con Fulanito que le dejé unos apuntes y todavía no me los ha devuelto, que ambientito más bueno hay, … Ainssss la hora de ir a casa y no me ha cundido nada la tarde.

 

Esto, hoy en día, es ídem de ídem.

 

#4.- «Voy»

¡Si contásemos cuantas veces a lo largo del día pueden llegar a decir esta palabra! Un adolescente es una persona que tiene una concepción del tiempo claramente distinta a la tuya. La inmediatez no existe y tu eres alguien con mucha prisa que le atosigas para que haga una y otra cosa sin darle tregua hasta que te tiene que decir «no puedo hacer todo a la vez».

 

La palabra «voy» suele ir acompañada de un tono que deja ver claramente que ha salido de su boca pero que ni es consciente de ello. La palabra «voy» suele pronunciarse mientras se hace otra actividad mucho más atractiva que además no se tiene ninguna intención de abandonar.

 

En la actualidad el sujeto suele estar empanado con el teléfono móvil pero eso no quita otras distracciones mucho más de nuestra época como cualquier libro o la televisión. Ahora amenazamos con dejar sin playstation u ordenador al susodicho. Antes nos castigaban sin tele. Pero «voy» significaba lo mismo: «te he oido y paso, aunque te dejo contenta diciéndote la palabrita. A ver si tengo suerte y lo que tenga que hacer lo acaba haciendo otro… Y si la llamada es para cenar y cuando vaya se ha enfriado ya me volverán a calentar el plato»

#5.- Celebrar absolutamente todo

 

Que van a empezar los exámenes y no voy a poder quedar en unos días, lo celebro. Que hemos acabado la evaluación salimos también. ¡Ha sido un periodo de gran esfuerzo y sacrificio!

 

Las constantes celebraciones durante la adolescencia son un tema de ayer y hoy.

 

Nuestros hijos, como hicimos nosotros antes, celebran por supuesto cumpleaños, pero también celebran exámenes, fiestas del colegio, fines de curso, despedidas y llegadas de amigos que se van o vienen de estudiar fuera, despedidas y llegadas de amigos con los que no se van a ver durante unos días, …

 

Ya me parece bien.

 

En la vida hay que celebrar, con mesura, pero celebrar.

Celebrando todo

#6.- Quedarte a estudiar la ultima noche antes de un examen

 

¿Lo recuerdas? Lo sabías hacía meses, te habían puesto el calendario de los exámenes al principio de curso y siempre te parecía que iba a darte tiempo a preparártelo. «Mañana empiezo» -te decías- «mañana empiezo». Pero no sabías porque rara circunstancia, allí estabas el día de antes del examen, con un tocho de cosas por estudiar, los nervios a flor de piel, preguntándote si te iba a dar tiempo y bebiendo coca-cola como un loco para vencer el sueño.

 

Los padres de antes y los de ahora nos hacemos también la misma pregunta: «¿Te crees que tú eres más listo que los demás y te vas a poder estudiar todo en una noche?»

 

Volvemos a lo de antes, es una concepción distinta del tiempo. La misma que te llevaba a pensar que cuando una pareja llevaba saliendo 6 meses se iban a casar por su largo festejo. La misma que te aterraba al imaginar una carrera universitaria con un montón de años interminables en los que hay que seguir estudiando. «Cuando termine seré viejo»- te decías.

 

Y es que la historía se repite y hay frases que cuando las oigo me repican en la cabeza confirmándome que los adolescentes de todos los tiempos fueron, son y serán, pues eso, adolescentes. Frases como:

 

  • Voy a a dormir a casa de un amigo para estudiar.
  • No es mi novio/a, es solo un amigo/a.
  • El profesor me tiene manía.
  • No he bebido nada, la cena me ha sentado mal.
  • ¿Y mi hermano? ¿Por qué no lo hace él?
  • Por más que miro en el armario, no tengo nada que ponerme

 

¿Se os ocurren más? ¡Seguro que si!

Absolutamente todista,  ¿y tú?, ¿eres todista?

2 Comentarios

  1. Anónimo

    Qué razón tienes Luisa, ahora nos toca verlo desde el otro lado!!!

    Responder
    • Luijordana

      El otro lado tampoco está mal, si las cosas no se salen de madre… Partimos de una situación privilegiada de información 😉
      Además, nos permite revivir “aquellos maravillosos años” a través de su mirada.
      Gracias!

      Responder

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