Creo que merece la pena dedicarle un poco más de espacio a El Hermitage con motivo de la muestra que hace de su colección el Museo del Prado.
El Hermitage está formado por un conjunto de edificios situados a orillas del Rio Neva. Es un Museo único por su colección de piezas antiguas de oro que fueron sacadas de excavaciones arqueológicas a partir del siglo XVIII. Son adornos y armas de oro de los nómadas escitas de Eurasia y joyas escitas realizadas por orfebres griegos.
Los zares también coleccionaron para su actividad cortesana, piezas de orfebreria y joyas tanto de Occidente como de Oriente. Algunas de estas piezas entraron como regalos diplomáticos, otras como consecuencia de la integración de una parte importante de Asia en el Imperio Ruso.
Este Museo cuenta con la mejor colección de pintura holandesa y flamenca del siglo XVII fuera de los Países Bajos, gracias a la gran afición que tenía Pedro I por este tipo de arte. Luego, sus sucesores compraron importantes colecciones de arte y en ocasiones hicieron encargos concretos a artistas, de manera que consiguieron unos maravillosos conjuntos de pintura italiana (Tiziano, Caravaggio), española (Velázquez, Greco, Ribera) y también arte francés (Poussin, Lorena o Watteau). El Hermitage cuenta además con una de las mejores colecciones de escultura neoclásica del mundo.
En el SXX, incorporó arte del S XIX y de las vanguardias europeas. Después de la Revolución de 1917, se nacionalizaron los fondos imperiales y las colecciones privadas por eso el Hermitage seleccionó para cubrir sus carencias obras de Friedrich, Ingres y Rodin.
Asimismo el vacio de arte impresionista, fue subsanado tras la disolución del Museo Estatal del Arte Occidental de Moscú (1948), con obra de Monet y Renoir. Del mismo modo se adquirió obras de las vanguardias europeas de artistas como Picasso, Matisse o van Dongen.
Desde entonces El Hermitage ha seguido adquiriendo obras de arte contemporáneo.
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