Después de un tiempo de parón, vuelvo con más fuerza que nunca. Mi pausa ha sido temporal y por muy buenas razones, ya que cambios en mi vida profesional me han mantenido ocupada y no me han permitido asistir a mi cita con el blog….. Pero bueno, eso es otra historia que algún día os contaré.
De momento estoy aquí, en una dulce etapa de mi vida, con la caldera de la felicidad y la ilusión a toda máquina y con muchísimas ganas de que conozcáis a otra «Toda» de las fundadoras, de las de siempre, de las que estaban allí desde el principio, … Sara Zorraquino.
Como es habitual y siguiendo más o menos el orden que en su día establecí, escribo este post después de que el pasado 25 marzo Sara cumpliese años. La costumbre de felicitar a Sara por su cumple, yo ya la había olvidado. De hecho hubo muchos años que no recordé su fecha de cumpleaños. Ahora llevo unos años felicitándola, y no pienso dejar de hacerlo nunca más.
A Sara yo la conocí, al igual que al resto del grupo que estudiaron en el Liceo Europa, en aquella época de «Residencial Paraíso» y de «Oh de Bailar». Sara era una auténtica monada. Esbelta, con unas piernas larguísimas, y muy chic. Se ponía el mundo por montera y desde muy pequeña lucía sin ningún problema, todas las prendas que a las demás nos hubiera encantado llevar, pero que nuestro gran pavo de adolescencia no nos permitía ponernos. Para ser sincera, hay que reconocer que esa osadía para lucir prendas y accesorios sin ningún miramiento, le ha acompañado durante toda su vida y no siempre Las Todas , muy tradicionales en su mayoría, le hubieran seguido en su estética. Y es que afortunadamente, Sara no es una Toda nada convencional. Si utilizo la palabra «afortunadamente» es porque ella es una persona muy especial y su singularidad aporta al grupo un enfoque distinto, una espontaneidad que a mí, a veces me hace salir de mi acomodamiento provinciano.
Mi madre siempre recuerda a la Zorraquino de aquella época con su sombrerito tirolés y sus calcetines de rombos asomando debajo de sus pantalones a media pantorrilla. También recuerda a esa Sara que le fue a llevar bombones al hospital con un kiki encima de la cabeza y una americana de dibujo geométrico multicolor. Sin embargo, mi foto mental favorita de la Zorraquino corresponde a una época, en la que, ya algo más mayor, coincidiendo con su aparición en el Anuncio de TV «Ven a Aragon», mostraba un corte de pelo a lo Sidney O’Connor. Un corte de pelo totalmente imposible para cualquier persona que no tuviese una cara y un cuerpo como el suyo.
Y es que Sara desde muy pequeña tuvo un gran talento creativo, mucha frescura y sobre todo un gran corazón zarandeado en una adolescencia complicada por una situación familiar muy normal, como puede ser la separación de los padres. Sara sobrellevaba esta situación y la compartía con su papel de hermana mayor, eso le llevó a crecer muy rápido, pero los que estábamos a su alrededor y la queríamos, podíamos palpar como su irrefrenable vitalidad, su sensibilidad a raudales y su nervio puro se teñían en ocasiones con pinceladas de rebeldía.
Sara era queridísima entre las amigas, porque lo tenía todo. Era garantía segura a la hora de pasarlo bien, pero también era una excelente amiga que brindaba su corazón y ponía su hombro para que le pudieses llorar.
Sus anécdotas están llenas de locura transitoria de juventud. Locura sana, producto de una energía que no se podía controlar. Ese tipo de locura que te hace reír a la vez que las lágrimas brotan de tus ojos de pura felicidad. Esa locura que, por ejemplo, le llevó a irse con unos amigos a hacer puenting, sin cuerda, sobre un río. Resultado: una cara totalmente amoratada y un buen susto que imagino que todavía recordará.
Pasaron los años y recuerdo con muchísimo cariño, como un Diciembre de 1990 Sara me llamo para animarme. Yo acababa de decir en mi casa que colgaba Empresariales porque no me gustaba. Había dado el paso, pero me sentía fatal. La niña empollona era la primera vez que daba un disgusto en casa, en cuanto a estudios se refiere.
Y entonces la Zorraquino me llamó y yo le cogí el teléfono. Un teléfono de esos, de los de entonces, colgado en la pared de la cocina, con su cablecito tan enrollado que casi no te permitía tirar de él para sentarte en el suelo (así era como realmente a mi me gustaba explayarme con mis amigas). Mi padre había quitado todas las sillas de alrededor para evitar tentaciones porque el pobre no podía entender como, nada más acabar de despedirnos en la calle, llegábamos a casa y nos volvíamos a llamar. Pero es es otra historia….en la que profundizaremos algún día.
El caso es que Sara me dijo:
-«Yo también acabo de dejar Psicología. Lo he dicho en casa. ¡Voy a dedicarme a la fotografía!»
En aquel momento comprendí que Sara, con toda seguridad lo iba a conseguir. Su carácter bohemio, su creatividad, su facilidad para analizar gestos, para llegar más allá de una mirada,y sobre todo su convicción y su vocación iban a hacer de ella una genial fotógrafo. Y así fue. Estudió fotografía en Madrid, volcó todo su esfuerzo, recursos, energía y saber hacer para convertirse en lo que quería y ser la número uno haciendo lo que quería….. Después llegó la recompensa, a mucha entrega y con ella llegaron las publicaciones en revistas de gran prestigio y tirada, las sesiones con personajes famosos y conocidas modelos, los trabajos de publicidad para grandes marcas y como no, llegaron también los premios.
Esa llamada que recuerdo con tanto cariño, posiblemente es porque me evoca a una despedida, o mejor no, no me gusta la palabra,…. a un «antes y después». Entre esa llamada y hasta hace unos años, gran parte de Las Todas dejamos de ver a Sara con frecuencia. De vez en cuando venía por Zaragoza, asistió a la boda de alguna Toda, no a muchas la verdad, vino a verme por el nacimiento de alguno de mis niños y sabíamos de ella porque de vez en cuando hablaba con alguna Toda que nos ponía al tanto de su vida. Las de la capi la veían más.
Como ocurre en muchos casos su pareja es de su mismo gremio. Vikingo y ella tienen un par de niñas preciosas a las que os aseguro no hace falta retocar en las fotos. Son dos bellezones que apuntan maneras con el talento creativo que respiran alrededor.
De repente, no recuerdo como Sara volvió a aparecer y para mí es como si siempre hubiera estado ahí. No nos importa donde ha estado todo este tiempo, tampoco nos lo ha preguntado a nosotras. Lo importante es que la Zorraquino habla, interactúa, aconseja, ríe, queda y sufre con y por Las Todas. Ha vuelto convertida en una persona mucho más madura,. pero afortunadamente no ha perdido su toque divertidísimo de locura superficial dentro de una cabeza perfectamente amueblada.
Aquí os dejo el enlace a su web. Os va a encantar
Sara está por Las Todas y nosotras estamos por Sara. Gracias por estar ahí, te echábamos de menos!
Imagino que a estas alturas ya habéis entendido porque soy Todista. Y tú?…Eres todista?
Ay Dios!! Lo has vuelto a hacer!! Otra Radiografía!! Que no fotografía, que para eso ya tenemos a Sara. Yo también me alegro un montón de volver a tener a Sara en mi día a día, porque de mi vida nunca salió, un besazo, y de nuevo GRACIAAAASSS!!
Me encantan tus comentarios Berta!!! Eres un amor. Besotes gordos
Un poquito ochenteras!?? Jajaja! Estáis totales!
Enhorabuena Luisa por este retrato genial que has hecho de nuestra querida Sara!! Lo bordas de nuevo! Besos!
Cris
A qué mola la foto!!! Jajaja …así tengo de rasgados los agujeros de las orejas… Menudos pendientes!
Muchas gracias Cris. Ojalá te guste tanto cuando haga tu retrato!! Besotes gordos