
Cristina Sánchez: Mi Scarlett contemporánea
Ya os he presentado a las Todas que han querido aparecer en el blog. Ha llegado el momento de hablar de los todistas.
Mi amiga Cristina Sánchez tenía que ser la primera en esta categoría por muchos motivos. Yo creo que con sólo uno de ellos bastaría. El motivo fundamental es que le quiero un montón. Suena «pastelero», lo sé, pero me encanta decirlo así, sin más.
Y es que, para Cristina, es muy importante saber que las personas que le rodean le devuelven el cariño que ella tan generosamente reparte.
Mi amistad con Cris viene de la mano de su marido: Alfonso. Jugábamos cuando éramos críos en el Aero-Club.
Después de años sin vernos volvimos a coincidir allí. En este tiempo cada uno con su familia se había apropiado de un árbol. Aunque Alfonso hacía tiempo que me había presentado a Cristina, nos mirábamos en la distancia, de pino a sauce. Por aquel entonces, yo intentaba imaginar cómo sería el día a día de esa familia que parecían recién salidos de un anuncio.
Los fines de semana hacían su entrada en el recinto de la piscina y aunque estábamos pocos, todos nos fijábamos en esos padres jóvenes y guapísimos con un look impecable y en esos preciosos niños con melena rubia. Iban perfectamente conjuntados y contaban con una educación exquisita. Desprendían un aroma muy atrayente, el del perfume de la gente guapa.
Enseguida nuestros chiquitines empezaron a jugar juntos y nosotras empezamos a realizarnos visitas entre arboles para hablar sobre trivialidades de la vida. Empatizamos rápidamente… ¡Teníamos tantas cosas en común!
Después de unas cuantas charlas, acabamos mudándonos al mismo árbol junto con Pita, Federica y nuestros respectivos y allí empezó una maravillosa parte de nuestra vida que nos uniría para siempre. En el Aero-Club fuimos muy felices (como diría la misma Cristina).
Formamos una pequeñita pero gran familia de amistad y compartimos mucho más que el tiempo de ocio. Los lazos que entonces se crearon perdurarán toda la vida porque cuando las vivencias son tan profundas y las relaciones tan auténticas, ni el tiempo, ni la distancia las pueden borrar.
Desde entonces Cristina y yo hemos vivido momentos que nunca podremos olvidar. Juntas hemos visto como iban perdiendo sus dientes de leche nuestros hijos mientras jugaban con sus Nerfs y se iban transformando en auténticos hombrecitos. Juntas hemos disfrutado de grandes momentos de felicidad como mi último embarazo y hemos sufrido otros momentos muy duros que forman parte del pasado y que allí se deben quedar. Juntas, durante muchos años, hemos planeado con ilusión nuestras vacaciones en Tarifa y nos hemos mentido mutuamente acerca de la poca ropa que íbamos a meter en la maleta o de lo poco que nos íbamos a arreglar para salir.
Cristina es una auténtica niña grande. Presumida como la que más, es tan exigente consigo misma que nunca se llega a ver lo suficientemente bien. Se impresiona con facilidad ante la estética de los de alrededor y ve a todas las mujeres super guapas, super delgadas y super jóvenes. Yo siempre le digo que conforme pasan los años ya no veo a los feos tan feos, ni a los guapos tan guapos, pero ella sigue quedándose obnubilada con la belleza ajena… Deberían inventar un espejo en el que pudiera ver su propio reflejo, tal y como la vemos los demás.
Coqueta cual Scarlett O´Hara, no es difícil encontrarla en el centro de una reunión contando anécdotas a las que les «echa un poco de adorno», como ella misma dice, en beneficio de hacer las historias mucho más jugosas para que disfruten los presentes. Tiene grandes habilidades sociales que sabe desplegar tanto en su ámbito personal como en su trabajo en un conocido medio de comunicación.
Maravillosa madre, ha sabido inculcar a sus hijos Alex y Jorge unos valores que escasean en los más jóvenes de nuestra sociedad. Los cachorros de Cristina son, como sus padres, educados en sus maneras y prudentes en sus formas. Son adorables, cariñosos y además dos auténticos bombones. Tiene una enorme suerte al tener a su alrededor 3 hombres que la quieren, admiran y respetan como madre y esposa.
A Cristina le tengo que agradecer todos esos momentos vividos y todos los que están por venir. En mi memoria quedarán siempre las risas debajo de las ventanas de los vestuarios, las noches de verano bailando «chupalagamba» y el «Levante» azotando nuestra cara. Nada podrá borrar esos aperitivos de invierno con los sombreritos al sol, nuestro éxodo conjunto hacia el Tiro o aquellos 31 de marzo en los que nuestros «medianos» nos comunicaban, para nuestro horror, que querían celebrar su cumpleaños en el Parque de Atracciones. En mi recuerdo, para toda la vida, quedarán nuestras miradas cómplices y nuestras confidencias como auténticas hermanas.
Ahhhhh, se me olvidaba decir que a esta gran amiga le gusta mucho jugar a padel. Perdón, rectifico, la frase correcta es, «… a esta gran amiga le gusta MUCHO jugar a padel»
En definitiva, Cristina es una todista, como yo. Y tú, ¿eres todista?
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